El 1 de octubre, México fue testigo de un momento histórico: la toma de protesta de su primera presidenta. Este hecho representa un logro significativo para todas las mujeres de nuestro país, quienes ahora visiblemente pueden aspirar a ocupar los más altos cargos de liderazgo. La llegada de una mujer a la presidencia es, sin duda, un avance en términos de representación y una señal de que nuestras voces pueden y deben ser escuchadas en todos los niveles de poder.
Sin embargo, es fundamental recordar que tener una mujer en la Presidencia no es, por sí mismo, una garantía de igualdad, sororidad o perspectiva de género. No basta con celebrar el hito; es imperativo que la presidenta y toda la sociedad mexicana reconozca y atienda las necesidades urgentes de las mujeres, adolescentes y niñas que continúan enfrentando violencia y discriminación a diario.
México sigue encabezando cifras alarmantes en cuanto a violencia sexual infantil, un problema que no podemos ignorar. Las niñas de entre 10 y 14 años son las más afectadas, siendo las principales víctimas de abuso sexual en el país. En 2021, el 41.8% de las mujeres de 15 años o más manifestó haber vivido violencia en su infancia, antes de cumplir los 15 años. Además, en 2022, las Fiscalías Generales de Justicia estatales reportaron que el delito de violación alcanzó su máximo en el grupo de 10 a 14 años, con una incidencia 4.7 veces mayor en niñas que en niños. Estos datos no solo son números, son realidades que afectan vidas y que deben ser atendidas con urgencia.
Asimismo, el uso de Internet y redes sociales ha traído consigo nuevos riesgos. Entre 2021 y 2022, el 33.6 % de las niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años que usaron Internet o celular recibieron fotos o videos de contenido sexual no solicitado, y el 32.3 % fue objeto de insinuaciones o propuestas de ese tipo. Las cifras para los niños, aunque preocupantes, son notablemente menores, con un 18.2 % y un 12 %, respectivamente. Esto demuestra que las niñas y adolescentes están expuestas de manera desproporcionada a la violencia en espacios digitales, lo cual es una problemática urgente que debe ser visibilizada y enfrentada con políticas claras y efectivas.
El mandato de la primera presidenta de México tiene el potencial de ser verdaderamente histórico, no solo por el hecho de romper el techo de cristal, sino por la posibilidad de que sea el primero en atender y comprender las necesidades reales de las mujeres y niñas mexicanas. Su liderazgo puede marcar la diferencia si se compromete con políticas que protejan a las niñas, que erradiquen la violencia de género y que garanticen un entorno más seguro para todas.
A la señora presidenta, le hago un llamado: que su mandato no sea recordado solo como el primero liderado por una mujer, sino como el primero que escuchó, entendió y actuó para cambiar la realidad de miles de niñas, adolescentes y mujeres en México.
Hoy, la deuda histórica con las mujeres de México recae sobre sus hombros. Nosotras, las mujeres mexicanas, estaremos vigilantes y participativas, observando que su representación esté a la altura de las expectativas. No solo necesitamos un símbolo; exigimos acciones. El momento es ahora, y no aceptaremos menos.
Privilegios, derechos y rezago educativo
Los derechos humanos son garantías que permiten el pleno desarrollo individual, y se traduce en personas participativas y activas en la sociedad. Nuestro rol dentro de la comunidad nos proporciona sentido y significancia. Sin embargo, en la actualidad, muchos derechos parecen privilegios, ya que no todas las personas gozan de las mismas oportunidades y acceso a servicios esenciales como salud, vivienda y, por supuesto, educación. En este contexto, quienes tienen acceso a educación de calidad, atención sanitaria adecuada y otros servicios, parecen gozar de privilegios, cuando en realidad, estos son derechos que deberían estar al alcance de todos.
Uno de estos derechos fundamentales es el derecho a la educación. No cualquier educación, sino una de calidad que prepare para la vida real y el mundo laboral actual. Muchas familias optan por inscribir a sus hijos en colegios particulares, creyendo que así les ofrecen una mejor educación, dado que en las escuelas públicas no encuentran el nivel deseado. Pero ¿qué pasa con quienes no pueden pagar esa educación privada?
Los datos son alarmantes, México ha sido señalado como el tercer país peor evaluado de la OCDE en matemáticas y comprensión lectora, y el país con el peor puntaje en ciencia. Esto indica el grave rezago educativo que enfrentamos. De hecho, dos de cada tres estudiantes en México no alcanzan el nivel básico de aprendizaje en matemáticas.
Para que en nuestro país la educación deje de ser un privilegio y se convierta en un derecho real, se necesitan acciones urgentes. Y es fundamental entender que el país es grande y diverso, por lo tanto, la educación debe adaptarse a las distintas realidades y necesidades. La visión de una educación inclusiva y de calidad para todos debe involucrar no solo a la Secretaría de Educación, sino a todas las autoridades, instituciones, docentes, directivos, padres de familia, estudiantes y la sociedad en general.
Es importante recordar que las personas que se forman en este sistema educativo actualmente ineficiente son quienes nos brindan servicios diariamente, los profesionales que nos atienden y los votantes que toman decisiones cruciales para el rumbo del país. Por ello, asegurar que la educación sea un derecho y no un privilegio es una tarea urgente. Solo así podremos contribuir con la construcción de un México más equitativo y justo, donde cada individuo tenga la oportunidad de desarrollar su pleno potencial, reciba las mismas oportunidades, desarrolle sus talentos y en el futuro logre participar activamente en el progreso de México.
La educación de calidad no debe ser un lujo accesible solo para unos pocos, sino un derecho inalienable para todos los mexicanos. Es imperativo que trabajemos juntos para garantizar este derecho, porque un país bien educado es un país con futuro.
La primera mujer presidenta de México y el rol crucial del movimiento feminista
En un hecho sin precedentes, México ha elegido a la primera mujer presidenta de su historia: Claudia Sheinbaum. Este hito marca un cambio significativo y esperanzador para millones de mujeres en nuestro país, reflejando la fuerza y determinación del movimiento feminista que ha ganado impulso en los últimos años.
El panorama electoral de 2024 fue dominado por mujeres candidatas, una tendencia que no es fortuita. El 52% de las personas votantes en México son mujeres, lo que subraya el poder e influencia de este segmento en la política nacional. A esto se suma la creciente visibilidad y reivindicación de los derechos de las mujeres, impulsada por el movimiento feminista. Cada 8 de Marzo, las calles se llenan de mujeres que alzan la voz para visibilizar la grave situación de violencia de género que enfrentamos en México. Las cifras son alarmantes: diariamente, 11 mujeres son asesinadas, muchas veces a manos de hombres cercanos a ellas. Además, cientos de crímenes de violencia contra las mujeres se registran en todos los espacios, incluidas las instituciones.
La elección de una presidenta mujer es un reflejo del esfuerzo constante de las mujeres mexicanas por hacerse visibles y exigir sus derechos. Sin embargo, su mandato trae consigo una gran expectativa. La presidenta deberá abordar con urgencia la deuda histórica que el país tiene con las mujeres, priorizando una perspectiva de género en la solución de los grandes problemas de violencia que enfrentamos.
Como activista feminista, considero que la ciudadanía debe empoderarse durante este mandato. No podemos conformarnos con esperar que la presidenta haga un “buen trabajo” sin más; debemos supervisar y evaluar constantemente su gestión. Al final del día, los gobernantes trabajan para las y los mexicanos, y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que las decisiones que se tomen no perjudiquen más la salud del país, su economía o su estabilidad.
Las mujeres de México debemos recordarle a la nueva presidenta que estaremos atentas, vigilantes y dispuestas a contribuir activamente. Solo una ciudadanía informada, exigente y preparada para manifestar su inconformidad puede cambiar el rumbo del país, no solo los gobernantes.La elección de la primera mujer presidenta no es solo un triunfo político, sino un llamado a la acción para todas las mujeres y niñas mexicanas. Es un recordatorio de que, aunque hemos avanzado, aún queda un largo camino por recorrer en la lucha por la igualdad y la justicia. La verdadera transformación vendrá cuando todas nosotras, como sociedad, nos mantengamos unidas y firmes en la defensa de nuestros derechos y en la construcción de un país más justo y equitativo para todas y todos.
Despenalización del aborto en Puebla: un avance en derechos humanos
El estado de Puebla logró un hito histórico: la despenalización del aborto. Este avance representa no solo una victoria en los derechos de las mujeres, sino también un significativo progreso en los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes. Quisiera explicar por qué este cambio es crucial para nuestra sociedad.
La defensa de los derechos de los niños no se logra prohibiendo el aborto. De hecho, los niños que no son verdaderamente deseados y que nacen en condiciones indignas están altamente condenados a enfrentar maltrato y negligencia. Por ello, insistimos en que la maternidad debe ser deseada o no será. Esta no es una cuestión de clases sociales o posibilidades económicas, es una cuestión de comprender la gran responsabilidad y el compromiso que implica traer a la vida a otro ser humano.
Si bien algunas familias, debido a sus limitaciones económicas, no pueden ofrecer una vida de opulencia a sus hijos, el hecho de desearlos y amarlos les permite brindar los cuidados y atenciones necesarios para que esos niños crezcan en un entorno seguro y amado. En cambio, los niños no deseados a menudo terminan siendo abandonados o cuidados de manera negligente, lo que los expone a múltiples formas de violencia y limita sus posibilidades de desarrollo saludable y una adultez sana.
Existen numerosas razones por las cuales una mujer puede decidir no llevar a cabo un embarazo, y esto no la convierte en delincuente ni en culpable. La convierte en una persona consciente de su realidad y capaz de tomar decisiones sobre su propio cuerpo. Tener hijos es una experiencia maravillosa, pero solo quienes desean ejercer la maternidad o la paternidad de manera responsable deberían hacerlo.
Por ello, la despenalización y legalización del aborto constituye un avance en los derechos humanos de niñas y niños, al reconocer que quienes nacen deben hacerlo en condiciones dignas, amados y deseados, con la responsabilidad y los cuidados necesarios para convertirse en buenos adultos y ciudadanos.
Es fundamental reconocer que la adopción no es una solución viable al aborto en México, dado que el sistema de adopción no está debidamente regulado ni normalizado. Muchas niñas, niños y adolescentes viven en orfanatos durante toda su vida sin ser adoptados. Además, no contamos con un censo exacto de cuántos menores viven en casas hogar, ya que muchas de estas no están debidamente registradas ni reguladas. La mayoría de estos menores terminan en situaciones de extrema vulnerabilidad, incluidos el crimen organizado y la explotación sexual y laboral. Por lo tanto, enviar a los niños a orfanatos no es la solución.
Las mujeres tienen derecho a elegir, y los niños tienen derecho a ser deseados, amados, respetados y a vivir una vida digna. La despenalización del aborto en Puebla es un paso fundamental hacia una sociedad que reconoce y respeta estos derechos, asegurando que cada niño que nazca lo haga en un entorno donde pueda desarrollarse plenamente como ser humano y ciudadano.
La implementación de políticas que permitan a las mujeres tomar decisiones informadas y conscientes sobre su maternidad es esencial para el bienestar de nuestra sociedad. Este avance legislativo en Puebla es un reflejo del compromiso hacia una sociedad más justa y equitativa, donde los derechos de todas las personas, especialmente de las niñas, niños y adolescentes, son protegidos y promovidos.
La despenalización del aborto no solo garantiza que las mujeres puedan ejercer su derecho a decidir, sino que también propicia que los niños que nazcan lo hagan en un entorno propicio para su desarrollo integral. Este es el camino hacia una sociedad que valora y protege a cada uno de sus miembros, desde su concepción hasta su adultez, garantizando que todos tengan la oportunidad de vivir una vida plena y digna.
La educación en México: un derecho para todos o un privilegio para unos cuántos
El artículo 3 de la Constitución Mexicana establece que la educación en México es un derecho y debe ser gratuita, provista por el Estado. Sin embargo, la realidad para muchas familias mexicanas es que acceder a una educación de calidad implica un gasto significativo, incluso en las escuelas públicas. A pesar de la premisa constitucional, la educación en México se ha convertido en un privilegio para aquellos que pueden costear los gastos asociados al inicio del ciclo escolar.
Los datos arrojan que en el ciclo escolar 2023-2024, las familias mexicanas tuvieron que cubrir entre 5,500 a 7,500 pesos por estudiante para adquirir útiles escolares, uniformes, zapatos y pagar cuotas escolares en instituciones públicas, entre otros gastos. Este monto representa un reto considerable para muchas familias, especialmente considerando que el salario mínimo mensual que reciben muchos padres y madres de familia es equivalente a 7,508. Cerca de 19.68 millones de trabajadores ganan el equivalente a un salario mínimo o menos, y otros 19.94 millones ganan entre uno y dos salarios mínimos.
Estos costos adicionales ponen en evidencia las contradicciones entre la teoría y la práctica de la educación pública en México. A pesar de ser gratuita en teoría, la educación exige un desembolso inicial que muchas familias simplemente no pueden permitirse sin sacrificar otras necesidades básicas. Este hecho convierte la educación en un privilegio más que en un derecho accesible para todos.
El impacto de estos costos no es trivial. Las familias de bajos ingresos enfrentan una doble carga: no solo deben financiar estos gastos con ingresos limitados, sino que también luchan contra un sistema que no siempre proporciona una educación de calidad. Las estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico colocan a México entre los países con peor desempeño en matemáticas y ciencias, subrayando la necesidad urgente de reformas que no solo alivien la carga financiera sobre las familias, sino que también mejoren la calidad educativa.
El desafío es claro: si México desea cumplir con el mandato constitucional de educación gratuita, es imperativo que el gobierno tome medidas para reducir los costos asociados con la educación pública. Esto podría incluir la provisión gratuita de útiles escolares y uniformes, la eliminación de cuotas escolares y una inversión sustancial en la mejora de la calidad de la enseñanza en las escuelas públicas.
Solo a través de un compromiso serio y sostenido con la educación gratuita y de calidad para todos, México podrá garantizar que la educación deje de ser un privilegio para convertirse en el derecho que la Constitución promete. Es hora de que el Estado asuma su responsabilidad y asegure que cada niño y niña en México tenga acceso a una educación verdaderamente gratuita y de alta calidad, independientemente de su situación económica.
Este esfuerzo no solo beneficiará a las familias y a los estudiantes, sino que también contribuirá al desarrollo socioeconómico del país, creando una sociedad más equitativa y preparada para enfrentar los desafíos del futuro.
La importancia de la neurodiversidad en la educación infantil
Durante la edad escolar de un infante es importante detectar posibles problemas y trastornos de aprendizaje, principalmente porque los maestros pueden detectar que ciertos estudiantes presentan un rezago. Estas señales de alerta suelen llevar a los padres a buscar una evaluación diagnóstica. Sin embargo, en muchos casos, este diagnóstico resulta insuficiente si no se complementa posteriormente con el apoyo terapéutico y académico adecuado. Es aquí donde surge la necesidad de una comprensión más profunda de la neurodiversidad y de la implementación de prácticas inclusivas en nuestras escuelas.
La neurodiversidad se refiere a las variaciones naturales en la forma en que los cerebros humanos procesan y organizan la información. Este concepto abarca condiciones como: el autismo, el déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la dislexia, la epilepsia, entre otros. Y es fundamental entender que estas diferencias no impiden que los niños aprendan o se desarrollen académicamente; al contrario, enriquecen la diversidad de experiencias y formas de aprendizaje en el aula. Sin embargo, la sociedad, y en particular el sistema educativo, aún tienen mucho que aprender sobre cómo integrar efectivamente a los estudiantes “neurodivergentes” en un entorno de aprendizaje inclusivo y equitativo.
Para apoyar de manera efectiva a estos estudiantes, es esencial implementar un enfoque basado en un triángulo de atención. Este enfoque implica que el niño reciba un tratamiento terapéutico adecuado, la familia se involucre activamente en su apoyo, y la escuela genere un ambiente inclusivo, con las condiciones y apoyos pertinentes. Bajo este modelo, todos los niños, independientemente de sus particularidades neurológicas, tienen la oportunidad de crecer y desarrollarse en su aprendizaje.
Sin embargo, a pesar de los beneficios claros de este enfoque, persisten numerosos desafíos. Uno de los más significativos es la falta de accesibilidad y oportunidades. Los servicios de salud mental para menores en edad escolar son limitados y, en muchas ocasiones, difíciles de acceder. Los servicios públicos están a menudo saturados, lo que resulta en citas espaciadas, un seguimiento insuficiente y un apoyo terapéutico deficiente. Esta situación no es totalmente responsabilidad de los profesionales de la salud mental pública, quienes trabajan con recursos limitados y en condiciones difíciles. La falta de personal especializado, instalaciones adecuadas, pruebas diagnósticas y materiales terapéuticos impide que la salud mental sea verdaderamente accesible para todos.
Además, la Secretaría de Educación enfrenta desafíos similares. Las escuelas públicas, especialmente en áreas urbanas, están sobrepobladas. Esta carga de trabajo extrema deja a los docentes con poco tiempo y energía para implementar las adecuaciones necesarias para los estudiantes neurodivergentes o para capacitarse de manera continua en metodologías de educación inclusiva. Esta sobrecarga, junto con la falta de empatía y comprensión, genera situaciones de discriminación en las escuelas. En muchos casos, en lugar de buscar los apoyos adecuados, los pequeños con esta condición son marginados, relegados a un segundo plano o incluso aprobados sin haber recibido la atención necesaria.
La indiferencia social hacia las necesidades de estos niños también contribuye a que sus problemas pasen desapercibidos. Es alarmante considerar que, en muchas comunidades, la neurodiversidad aún se ve como una anomalía que debe ser corregida, en lugar de una variación natural que debe ser entendida y apoyada. Para cambiar esta percepción, es fundamental que se promueva una mayor conciencia y educación sobre la neurodiversidad, no solo entre los profesionales de la educación y la salud, sino también en la sociedad en general.
Un aspecto crítico que a menudo se pasa por alto es el impacto a largo plazo que tiene la falta de apoyo adecuado para los estudiantes neurodivergentes. Cuando estos niños no reciben la atención y los recursos que necesitan, no solo se ve afectado su rendimiento académico, sino también su bienestar emocional y su desarrollo social. Esto puede llevar a problemas de salud mental, dificultades en la integración laboral y social, y una menor calidad de vida.
La creación de entornos educativos verdaderamente inclusivos requiere una inversión significativa en formación docente, recursos educativos adaptados y apoyo terapéutico continuo. Las políticas educativas deben ser revisadas y actualizadas para garantizar que se respeten y promuevan los derechos de todos los estudiantes, incluidos aquellos con necesidades especiales. Además, es crucial que las familias reciban el apoyo necesario para comprender y acompañar a sus hijos en su proceso de desarrollo, lo que incluye acceso a orientación profesional, redes de apoyo y recursos educativos.
Es esencial que como sociedad avancemos hacia una mayor empatía y comprensión de este tema. Cada niño tiene el derecho a una educación que le permita alcanzar su máximo potencial, y esto solo se logrará si somos capaces de reconocer y celebrar las diferencias individuales. Al crear entornos más inclusivos y al atender las necesidades de todos los estudiantes, no solo mejoramos la calidad de vida de los niños neurodivergentes, sino que también construimos un futuro más justo y equitativo para todos.
Ignorar estas necesidades y no actuar en consecuencia es ignorar el futuro de México. Nuestra sociedad no puede prosperar si seguimos dejando de lado a aquellos que más nos necesitan. Debemos reconocer que invertir en la educación inclusiva y en la neurodiversidad es invertir en el futuro de nuestro país. Solo así podremos asegurar que todos los niños, independientemente de sus diferencias, tengan la oportunidad de contribuir positivamente a nuestra sociedad.
Desarrollo Infantil: Momentos Clave y la Importancia de la Evaluación Continua
El desarrollo infantil es un proceso fascinante y complejo que marca los cimientos de la vida adulta. Cada etapa, desde el período prenatal hasta la adolescencia, está llena de hitos fundamentales que definen las habilidades físicas, emocionales, cognitivas y sociales de un ser humano. Entender y monitorear estos momentos clave no solo nos permite acompañar de manera adecuada a los niños, sino también detectar a tiempo posibles áreas que requieran apoyo. En este sentido, los cuestionarios de evaluación del desarrollo infantil se convierten en herramientas esenciales para garantizar el bienestar y el potencial pleno de cada niño.
Desde el período prenatal, el feto ya muestra respuestas a estímulos externos, como sonidos o movimientos. Estos primeros indicios de interacción con el entorno destacan la importancia de crear un ambiente saludable y estimulante, incluso antes del nacimiento. Al llegar al mundo, el recién nacido inicia una de las etapas más significativas del desarrollo: establecer vínculos afectivos básicos con sus cuidadores. Este apego inicial es esencial para construir la seguridad emocional que acompañará al niño durante toda su vida.
Entre los 3 y los 6 meses, los bebés comienzan a interactuar de forma más intencionada con su entorno. Es en esta etapa cuando las sonrisas dejan de ser reflejas y se convierten en actos conscientes dirigidos a las personas cercanas. Los pequeños descubren que sus acciones tienen impacto, lo que sienta las bases de la interacción social y el aprendizaje a través de la exploración.
A partir de los 6 meses y hasta el año, los niños experimentan avances notables en su autonomía. Es aquí donde comienza la imitación, una habilidad crucial para aprender comportamientos y establecer conexiones. Además, los bebés empiezan a desplazarse, lo que abre un mundo de posibilidades para explorar su entorno. Este periodo es ideal para fomentar la curiosidad y permitir que los niños descubran sus propias capacidades dentro de un entorno seguro.
Entre los 12 y los 24 meses, el desarrollo del lenguaje y el juego simbólico toma protagonismo. Los niños empiezan a utilizar palabras para expresar sus necesidades y emociones, y el juego simbólico –como simular que alimentan a un muñeco– refleja un importante salto en su capacidad de imaginar y entender el mundo que los rodea. A esta edad, los pequeños también comienzan a desarrollar independencia, una característica que, aunque puede generar desafíos para los cuidadores, es vital para su crecimiento.
Entre los 2 y los 3 años, emergen habilidades esenciales como la empatía y el control de impulsos. Los niños empiezan a identificar las emociones de los demás y a regular sus propias reacciones, lo que representa un gran avance en su desarrollo social. Aunque esta etapa puede estar marcada por los “berrinches”, es importante entender que estas manifestaciones son parte del proceso de aprendizaje emocional.
En los años preescolares, entre los 4 y los 7 años, los niños forman amistades y refinan sus habilidades sociales. Aprenden a trabajar en equipo, a resolver conflictos y a seguir reglas, todo mientras consolidan su identidad individual. Estos años son una oportunidad invaluable para inculcar valores como el respeto y la empatía, que serán fundamentales en su vida adulta.
Hacia los 9 años, los niños desarrollan un pensamiento más complejo y relativista. Comienzan a comprender que los demás tienen perspectivas diferentes a las suyas y enfrentan desafíos emocionales y académicos que los preparan para la vida adolescente. Es crucial que, en esta etapa, reciban el apoyo emocional necesario para construir resiliencia y enfrentar las exigencias crecientes de su entorno.
Finalmente, a los 12 años, se alcanzan hitos fundamentales en el razonamiento, la regulación emocional y la construcción de la identidad moral. Los adolescentes comienzan a cuestionar normas, desarrollar su propia visión del mundo y consolidar valores que guiarán sus decisiones futuras. Este periodo es especialmente sensible, ya que los cambios hormonales y sociales pueden generar tensiones, pero también oportunidades para fortalecer su carácter.
Los cuestionarios de evaluación del desarrollo infantil son herramientas clave para acompañar cada una de estas etapas. Estos instrumentos permiten evaluar aspectos como la comunicación, la empatía, el juego simbólico, la regulación emocional y los avances académicos. Al identificar posibles áreas de mejora, padres, maestros y profesionales pueden intervenir a tiempo para garantizar que cada niño reciba el apoyo necesario.
Como sociedad, es nuestra responsabilidad priorizar el desarrollo integral de los niños. Esto no solo significa brindar acceso a educación y salud, sino también garantizar un entorno que fomente su crecimiento emocional y social. Invertir en la infancia es, en última instancia, invertir en el futuro de todos.
El desarrollo infantil no es solo un proceso biológico, sino una construcción colectiva. Cada etapa es una oportunidad para nutrir el potencial humano y sentar las bases de un mundo más consciente, empático y equilibrado. Es momento de abrazar esta responsabilidad y trabajar juntos para construir un entorno en el que todos los niños puedan alcanzar su máximo desarrollo.